lunes, 1 de agosto de 2016

CAPITULO 3: (SEGUNDA HISTORIA)




Pedro Alfonso la observó atentamente cuando se reclinó en la tumbona. Era una belleza. Y pensar en cómo sus ojos azules lo habían devorado la noche anterior hacía que le hirviera la sangre. Aquella preciosa rubia había estado estudiándolo desde la barra con una mirada de puro deseo en sus ojos. Y lo que más lo había excitado era que no parecía darse cuenta de lo guapa que era…


Su cara le resultaba vagamente familiar. Pedro guiñó los ojos, pensativo…


Paula Chaves.


La había visto en alguna foto. Y aunque la rica heredera no era una joven notoria, su compromiso roto el mismo día de la boda había llenado las páginas de las revistas de sociedad.


Su rival en el negocio hotelero, Nicolas Chaves, sólo tenía una hija y, normalmente, era una joven muy discreta. Pedro imaginó que había ido allí para recuperarse del escándalo. 


En Los Ángeles, la noticia de que Paula había dejado a su prometido plantado en la iglesia era un secreto a voces, aunque Nicolas intentó tapar algunas bocas con dinero.


Y casi podía aplaudir que quisiera apartar a los medios de su hija.


Casi.


Porque Nicolas Chaves era su enemigo. Le había robado la adquisición de la cadena de hoteles Swan, en la que Pedro llevaba dos años trabajando y sus deshonrosas tácticas para conseguirlo seguían quemándole la sangre. 


Había perdido dos años de su vida y una buena cantidad de dinero por culpa de ese hombre. Pero el viejo había conseguido ocultar las pruebas y él no podía demostrar que había usado métodos menos que claros, por no decir ilegales, para hacerse con la cadena de hoteles.


Pero había decidido vengarse.


Quería que Nicolas Chaves pagase por lo que había hecho.


Pedro se volvió hacia su hija, fijándose en el bikini rojo que no podía esconder sus deliciosas curvas.


—¿Quieres escapar del aburrimiento?


Ella levantó una ceja.


—¿Qué tienes en mente?


Pedro se levantó y, después de tirar la camisa sobre la hamaca, le ofreció su mano.


—Vamos a nadar un rato.






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