sábado, 27 de agosto de 2016

CAPITULO 3: (QUINTA HISTORIA)




Sí había llamado.


Hacía una semana, según Miriam Chaves, que estaba en la oficina de Melbourne de la empresa de contratación de servicios de conserjería y viajes de Paula. Su madre no era una empleada permanente, gracias a Dios, pero ayudaba cuando hacía falta.


Muchas veces quien necesitaba la ayuda no era Paula, sino Miriam. A pesar de pertenecer a varios comités benéficos y dirigir Chaves Holdings, Miriam necesitaba hacer aún más para llenar el vacío dejado por la muerte de su esposo, tres años antes.


Necesitaba ser necesitada, algo que Paula entendía muy bien.


Lo que no entendía era que Miriam no le hubiera comunicado la llamada de Pedro. Hacía una semana. 


Una semana que había pasado trabajando con ella, preparándola para hacerse cargo durante su ausencia, que duraría dos semanas.


Paula caminó hacia la ventana, preguntándose cómo podía haberle ocultado eso su madre.


—Ibas con Alex a visitar el rancho familiar —se había justificado su madre—. Sé que estabas nerviosa por conocer a su madre y convencer a sus hermanos de que había elegido a la esposa adecuada. No quería añadir una carga más.


—Un cliente nunca es una carga —había dicho Paula.


—¿Un cliente? —Miriam había chasqueado la lengua con desaprobación—. Ambas sabemos que Pedro Alfonso traspasó esa frontera.


—Deberías haberme dicho que había llamado.


—¿De qué habría servido, cariño?


«Habría estado preparada para su reaparición. Podría haber preparado una explicación y no quedar como una tonta», pensó.


—No me habría pillado desprevenida cuando volvió a llamar.


—Le dije, con toda claridad, que no volviera a llamarte nunca —había dicho su madre tras un momento de silencio.


—No tenías ningún derecho a hacer eso.


—Una madre siempre tiene derecho a proteger a su hija —replicó Miriam—, tal y como descubrirás cuando seas madre. Ese hombre te utilizó y luego te dejó de lado. Ahora estás comprometida con un hombre honorable en cuya palabra puedes creer. ¿Hace falta que te lo recuerde?


No hacía ninguna, pero las últimas palabras de Pedro resonaron en sus oídos.


—¿Qué le dijiste sobre mi compromiso?


—No recuerdo las palabras exactas.


—¿Mencionaste cuándo acepté la propuesta de Alex? —cuando su madre hizo un sonido vago, de incertidumbre, Paula se quedó helada. Miriam Chaves tenía una capacidad legendaria para recordar nombres, lugares y datos. Eso la convertía en un valioso, aunque molesto, miembro del equipo de A su servicio, su empresa—. ¿Le dijiste que ya estaba comprometida cuando nos conocimos?


—Puede que él haya llegado a esa conclusión, pero no veo qué importancia podría tener.


Paula se apretó el puente de la nariz, entre exasperada y resignada. Por fin entendía por qué él la había mirado con tanto desprecio.


—Has dicho que te había llamado —comentó Miriam.


—Anoche. Está aquí, mamá. En Australia.


—Por favor, dime que no vas a verlo, Paula. Por favor dime que no es la razón de que Alex llamara hoy para preguntarme dónde estás. Sonaba nervioso, cortante y un poco… molesto.


Paula predijo que sería bastante más que un poco. Y no lo culpaba. Tras decidir volar allí, había intentado telefonear para decirle que se iba de viaje a pensar las cosas, pero él no había contestado… eso se estaba convirtiendo en la historia de su vida.


Con las prisas de organizarse y llegar al aeropuerto a tiempo, había pedido a su hermanastra que le comunicara lo de su viaje. No dudaba que Sara le habría dado el mensaje, y que no habría revelado más de lo estrictamente esencial.


Sin embargo, Paula acababa de comprobar lo poco fiable que podía ser la transmisión de mensajes… y las consecuencias. La idea de enfrentarse a otro hombre enfurecido la incomodaba, pero tenía que hacerlo. Tenía que decirle a Alex que estaba bien, que no lo había abandonado y que solo había sentido pánico cuando resurgió un problema de su pasado. Seguía teniendo la intención de casarse con él.


Fue hacia el escritorio y alzó el auricular. En ese remoto rincón del país los móviles no tenían cobertura, lo que era positivo o negativo, dependiendo del cliente. Imaginaba que tanto Alex como Sara habían intentado localizarla y estarían sorprendidos por su desaparición, ya que nunca apagaba el móvil y no había dicho dónde iba.


Dado el cúmulo de malentendidos, no desvelar su destino había sido una gran suerte. Un encuentro entre Pedro y Alex solo llevaría a un desagradable enfrentamiento. Ella había enredado las cosas, y ella debía desenredarlas.


Empezando con la llamada telefónica a Alex y terminando con la explicación que Pedro se merecía.


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