jueves, 1 de septiembre de 2016
CAPITULO 20: (QUINTA HISTORIA)
Al final prepararon la cena juntos, un proceso agradable que se alargó bastante gracias al ambiente bromista que habían establecido. Ella le dijo que prefería Princesa a Ricitos de oro. Él se metió aún más en su corazón al preguntarle cómo la había llamado Pappy.
—Princesa —admitió ella. Después, para aligerar la súbita tensión, se puso seria y añadió—. O por mi título completo: Princesa Paula de las Charcas Chaves.
—Eso encaja con las botas de agua y la caña de pescar.
—Exactamente.
Siguieron preparando la cena, bromeando y discutiendo.
Debatieron sobre la combinación óptima de hierbas para el pescado al horno, probaron los ingredientes de la ensalada mientras cortaban y trituraban, se disputaron la prensa de ajos, pero no la tarea de cortar las cebollas.
Pero bajo la superficie yacía la bestia de su atracción, esperando el momento de atraparlos. Por ejemplo, cuando Paula rechazó una copa de vino.
—Después de anoche… no, me abstendré —dijo. Y el recuerdo del beso fue obvio en los ojos de él.
O cuando se le deshizo la trenza mientras batía los huevos para las natillas.
—Yo la arreglaré —dijo. Puso las manos en su pelo y volvió a trenzar los mechones, haciendo que ella deseara mucho más. Después, ella lo miró y vio que miraba con anhelo sus pezones erectos.
Su cuerpo se sentía atraído al de él como si fuera un imán.
Una atracción intensa y necesaria.
Pero, de repente, el crujido de un tronco partiéndose puso fin al momento. Paula soltó un gritito y dejó caer el bol sobre la encimera. Pedro corrió hacia la puerta.
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Muy buenos caps.
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