sábado, 6 de agosto de 2016
CAPITULO 18: (SEGUNDA HISTORIA)
Dos semanas después, Paula sujetaba con una mano un ramo de fragantes gardenias blancas y con la otra se agarraba a Julia como un nadador aferrándose a un salvavidas.
—No puedo creer que me haya casado con él.
Julia la abrazó, hablándole al oído en el vestíbulo del Ayuntamiento de Beverly Hills.
—Lo haces por el niño, cielo. Vas a darle el apellido de su padre y vas a salvar la empresa del tuyo al mismo tiempo.
Aunque seguía sin estar convencida, Paula asintió con la cabeza. Pedro, mientras tanto, estaba estrechando la mano de su hermano Agustin, que había ido desde Texas para la boda y se marcharía esa misma noche. Pedro y Paula habían acordado que cada uno tendría un testigo en la ceremonia civil y Agustin había sido el hermano al que le tocó en suerte. La elección de Paula fue mucho más fácil. No podía imaginar aquel día sin Julia a su lado.
—Pero quizá el precio sea demasiado alto —murmuró.
—Paula, míralo. No es precisamente un ogro. Es guapísimo, inteligente… y yo tengo la impresión de que esto podría funcionar.
—Yo no.
—Pero ha prometido sacar a los hoteles Chaves de la ruina y ha aceptado tus términos en el acuerdo prematrimonial. Tú seguirás siendo la propietaria de la cadena. Y si quieres que te diga la verdad, yo creo que sólo quiere un sitio en la vida de su hijo. Además… tiene un hermano guapísimo.
Paula miró a Agustin y soltó una risita.
—Si te gustan altos, morenos y con sombrero…
—¿Cómo no va gustarme un hombre que lleva un Stetson en Los Ángeles?
Pero a Paula le parecía que Pedro era el más guapo de los dos. Con traje oscuro, camisa blanca y corbata de seda gris tenía un aspecto atractivo, elegante y… seguro de sí mismo.
Maldito fuera.
Había intentado resistirse a sus proposiciones, pero él era muy persistente. Estaba claro que no pensaba dejar que lo apartase de la vida de su hijo.
Además, había habido un nuevo y costoso accidente en otro de los hoteles de la cadena desde que descubrió que estaba embarazada. Paula y su equipo habían hecho lo imposible para encontrar una solución, pero entre los mareos, las llamadas de Pedro y las montañas de papeles, Paula supo que no podía hacerlo sola.
Lo había pensado mucho y, al final, decidió que criar sola a un niño en aquella situación sería un desastre. Además, no podía negarle a su hijo una vida familiar. Aunque sólo fuera de nombre.
Pedro había conseguido convencerla de que casándose con él se solucionarían todos sus problemas y ella tenía que cumplir la promesa que le había hecho a su padre: salvar la cadena de hoteles Chaves.
Pedro incluso le había mostrado informes de su empresa y su balance de beneficios.
Paula sabía que era un hombre de negocios sensato.
Pero no pensó que acabaría casándose con él.
Y seguía pensando que Pedro estaba detrás de los problemas de la cadena. ¿Sería él quien estaba saboteando la empresa? ¿Se habría casado con el enemigo?
Tener un hijo lo complicaba todo de tal manera… ¿cómo podía confiar en Pedro Alfonso, el hombre con el que acababa de casarse?
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