miércoles, 24 de agosto de 2016
CAPITULO 16: (CUARTA HISTORIA)
Paula se cambió y estuvo de vuelta en el recinto antes de que apareciera el primer obrero. Tan pronto como se concentrara en el trabajo, tan pronto como no le quedara tiempo para pensar en la visita de su padre, sobreviviría a aquel día.
Pero… ¿a quién quería engañar? Estaba acostumbrada a que su padre se dejara caer siempre de la manera más sorpresiva, para pedirle dinero. Si necesitaba concentrarse y permanecer ocupada era para no pensar en la única y maravillosa experiencia sexual que había disfrutado nunca, gracias a las hábiles manos de Pedro. Por inexperta que fuera, tenía la fuerte sensación de que él le había puesto el listón muy alto. Tanto que ningún otro hombre podría alcanzarlo nunca.
«Estupendo», pensó, irónica. Eso era justo lo que no necesitaba. Y esa era también la razón última que explicaba que jamás se hubiera enredado con un hombre, y mucho menos que se hubiera dejado tocar de una manera tan íntima. Cerró la puerta del remolque y se quedó mirando las sábanas revueltas de la colchoneta donde había dormido.
Sola. Había dado incesantes vueltas durante toda la noche, entreabriendo apenas los ojos para ver dónde se había metido Pedro. Y se había sorprendido al verlo sentado en el suelo y apoyado contra la pared… observándola.
La quería. Tanto si lo admitía como si no, la quería. No habría podido mostrarse tan generoso y tierno con ella durante la noche anterior, sin esperar nada a cambio, si no hubiera sido así. Y no se habría quedado a su lado cuando apareció su padre, para luego ofrecerle un hombro sobre el que llorar, si su única intención hubiera sido robarle la virginidad.
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