jueves, 4 de agosto de 2016
CAPITULO 12: (SEGUNDA HISTORIA)
Paula observaba a Julia comerse un montón de patatas fritas sin pestañear. Estaban en un café a la orilla del mar, el sábado por la tarde. Con el estómago encogido, Paula miró su sándwich vegetal y se preguntó si podría comérselo.
—No has probado bocado, Paula. Y yo estoy terminando —protestó su amiga—. Parece que estoy comiendo por dos. Por ti y por mí.
Paula se llevó una mano al estómago.
—No, tú no tienes que comer por dos. Yo sí —dijo, intentando sonreír.
—¿Qué?
—Me parece que estoy embarazada, Jules.
—¿Te parece que estás embarazada?
—Tengo todos los síntomas. Nunca me había sentido así. Ni siquiera cuando me escapé de la iglesia tras el fiasco de Jeremias. Los mareos, la falta de apetito… y no me ha venido el período. Tengo cita con mi ginecólogo la semana que viene.
—Pero pensé que Jeremias y tú habíais decidido… esperar hasta la boda. ¿Vas a contárselo?
Paula negó con la cabeza. No quería ni pensar en Jeremias.
Estaban tan ocupados organizando la boda que apenas se habían visto durante esas semanas. Y no mantuvieron relaciones sexuales. Ahora, pensó Paula, irónica, podía añadir a Pedro Alfonso a su lista de hombres a los que quería olvidar.
—Lo haría si fuera su hijo.
Julia la miraba con tal cara de susto que Paula le contó toda la historia sobre el misterioso hombre de Maui…
Eran tan amigas que no se dejó nada en el tintero.
—Dios mío…
—Lo sé. También yo estoy sorprendida. Siempre usamos protección…
—¿Entonces qué pasó? ¿Quiero decir cómo pasó?
—Bueno, hubo una ocasión… en la ducha. El resto de las veces tuvimos mucho cuidado.
Julia se hundió en su silla.
—¿Por qué no me lo contaste cuando volviste de Maui?
—Entonces no lo sabía. Había sido una cosa… una aventura loca. No quería volver a pensar en ello.
En realidad, no había dejado de pensar en ello, pero eso era algo que no podía contarle a nadie.
—¿Y qué piensas hacer?
—Nada. No pienso hacer nada.
Julia parpadeó.
—¿Nada?
—Ahora mismo no puedo ni pensar en ello. Con todos los problemas que tengo…
—Pero puede que tengas que pensar en un niño, cielo. Eso también es importante.
—Lo sé. Y si estoy embarazada lo tendré —murmuró Paula, llevándose una mano protectora al abdomen—. Estoy intentando acostumbrarme a la idea, pero la verdad es que siempre he querido tener hijos.
—Ya lo sé. Pero, ¿qué pasa con el padre?
—No quiero pensar en él. Yo creo que fue el responsable de la muerte de mi padre.
—¿Qué?
—Fue la última persona a la que vio mi padre antes de sufrir el infarto. No tiene corazón, es un… Ya pensaré en él más tarde, cuando tenga que tomar una decisión. Por el momento, sólo lo sabemos tú y yo. Y quiero que siga siendo así.
—Muy bien. Eso es lo que hacemos siempre ¿no? Compartir nuestros secretos —sonrió su amiga—. Pero exijo ser la madrina del niño. ¿Me lo prometes?
—Te lo prometo —Paula se echó hacia atrás en la silla, dándole las gracias al cielo por tener una amiga.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario