jueves, 8 de septiembre de 2016

CAPITULO 10: (SEXTA HISTORIA)





Pedro no podía dormir. Incluso con los ojos cerrados, la imagen de Paula aparecía en su cabeza, atormentando su libido. Ese beso… ¿Conseguiría borrarlo de su memoria?


—Maldita sea —murmuró, y retiró el edredón para permitir que el frío de la noche enfriara su cuerpo acalorado—. Deja de reaccionar como si fueras un chico de diecinueve años —se amonestó, cambiando de posición—. Tienes trabajo que hacer. Olvídate de esa mujer y controla tu imaginación, y tus hormonas. Hay mucho dinero en juego… Si es que te paga más de los diez mil dólares originales.


«¿Dinero?».


No había pensado en el dinero desde que le explicó la situación a Hawk. ¿Desde cuándo el dinero se había convertido en algo secundario? ¿Secundario? Secundario, ¿respecto a qué?


—Paula —susurró su nombre una y otra vez. Era una mujer diferente a las demás. Una bibliotecaria que sabía disparar y montar a caballo. No era el tipo de mujer con el que habitualmente se relacionaba él. Y, mucho menos, del que se enamoraba.


Pero ¿desde cuándo se había convertido en alguien importante para él? Nunca había deseado a una mujer tanto como a ella.


En ese momento, supo que, si fuera necesario, podría pasar el resto de su vida persiguiendo a ese asesino. «Y no por dinero», pensó Pedro, decidiendo que no aceptaría nada de dinero. «Sino por Paula. Para que se quedara tranquila».


Lo haría a pesar de que fuera él quien perdiera la tranquilidad en su vida… por no mencionar la cordura.


Pedro sabía que Paula no estaría allí cuando él regresara a Durango. Y también sabía que ella no querría volverlo a ver.


Aun así, deseaba estar con ella, de la manera más íntima que un hombre podía estar con una mujer. Pedro se cubrió el cuerpo con el edredón, un cuerpo que tiritaba y ardía por Paula.


«Maldita sea». ¿Qué diablos le estaba pasando?


Pedro resopló. «Como si no lo supiera», pensó. Aun así, no estaba dispuesto a admitirlo.


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