lunes, 25 de julio de 2016
CAPITULO 13 : (PRIMERA HISTORIA)
Aunque Paula había dado a entender que no tenía ninguna intención de mirarlo con deseo, lo cierto era que lo deseaba y que estaba manteniendo una gran lucha interna para controlarse.
Mientras cenaban, por espacio de más de una hora, su padre se explayó contándoles los detalles de su nueva inversión en toros y su idea de comprar un rancho en Texas.
Lejos de parecer aburrido, Pedro parecía sinceramente interesado.
Cuando llegó el momento, mientras atardecía y el cielo se llenaba de nubes, decidió que había llegado el momento de plantear su negocio.
—Enhorabuena por el contrato de Enoki —le dijo a Samuel.
—Gracias. Tengo entendido que tu empresa también se presentó.
—Sí, nos habría venido muy bien hacernos con ese contrato dado que tenemos licencia para operar en Asia. De momento, no la hemos podido utilizar.
—¿Y no os interesaría venderla? —preguntó el padre de Paula interesado.
—No, claro que no.
Samuel se quedó mirando a Pedro y, luego, miró a su hija.
—¿Sólo sois amigos? —les preguntó.
—Sí —contestó Pedro.
—Entonces, supongo que has venido a cenar a mi casa para proponerme un negocio.
—Exactamente —admitió Pedro.
—Dispara.
—Tu empresa se encarga del hardware y la mía de la infraestructura y nos repartimos los beneficios.
—¿Al cincuenta por ciento? —preguntó Samuel interesado.
Pedro asintió.
Samuel sonrió, se arrellanó en su asiento y alargó el brazo.
—Trato hecho —contestó ofreciéndole la mano a Pedro.
—¿Cómo? —gritó Paula poniéndose en pie.
Ambos hombres e incluso su madre se giraron hacia ella.
Paula intentó sonar coherente a pesar del miedo que le producía la posibilidad, ya casi certeza, de tener a Pedro tan cerca, metido en los negocios de su familia.
—Papá, piénsatelo bien, te acabas de meter en lo del rancho…
—No te preocupes, cariño, sé lo que hago.
—Sí, pero…
Pedro le dio un rodillazo por debajo de la mesa.
—Yo…
—¿Qué te pasa, Paula?
—No, bueno… es que no me gustaría que cometieras un error…
Pedro la miró con frialdad y apretó las mandíbulas.
—No tienes los detalles… —continuó Paula.
—De eso se encargarán los abogados —contestó su padre.
—Exacto —apostilló Pedro.
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